¡Hola a todos!

¿Habeís tenido alguna vez la impresión de que todo parece estar bien organizado y bajo control y en cuestión de minutos ves que algunas cosas no están saliendo como habías planeado y empieza a invadirte una sensación de inseguridad y nerviosismo que acaba bloqueándote y no te permite reaccionar? Pues así podríamos resumir lo que fue el taller de cocina del pasado miércoles.

El taller de cocina vegetariana o «veggie kitchen» es una de las actividades de la que somos responsables Gioia y yo. Pero dado que la semana anterior yo me encargué de llevar a cabo el torneo de fútbol con la gente de Cáritas y el fin de semana fui uno de los organizadores del evento «Wet Games», nuestra coordinadora decidió que la semana siguiente mi compañera Gioia sería la responsable del taller de cocina y Bárbara su ayudante. Ella decidió preparar para este taller dos platos de la cocina india con la inestimable colaboración de nuestros amigos Manish y Vicky, dos estudiantes indios amantes de su cocina. Los platos a preparar eran «paratha» y «matar paneer», el primer plato era una torta rellena de un combinado de verduras, puré de patata y especias, mientras que el segundo era un combinado de verduras, queso y una salsa un poquito picante. La verdad que se comportaron bastante bien con las especias. Nuestro concepto de picante  al que ellos tienen difiere bastante.

El taller estaba previsto que empezara a las 19:00, pero como normalmente ocurre en Chipre, todo se hace de manera relajada y el taller empezó media hora tarde. Media hora que más tarde lamentaríamos no haber usado. Empezaron a llegar los participantes y cuando todos llegaron, se dio paso a las presentaciones. Muy buen ambiente, buena asistencia de participantes, todo el mundo colaborando en la preparación de los platos… la cosa prometía. Pero el tiempo pasaba, y el ritmo de elaboración no era el deseado. Algunos imprevistos como la falta de varios instrumentos de cocina y la falta de previsión en la elaboración de los platos empezaron a pasar factura. A las 21:00 todavía estabamos «con las manos en la masa» y varios participantes tenían otros planes, por lo que tuvieron que marchar sin probar todos los platos. Para aligerar un poco el trabajo, mis compañeros y yo empezamos a recoger la cocina mientras Gioia, Manish y Vicky seguían cocinando. A pocos minutos de las 22:00 todavía no habíamos acabado, y la responsable del local donde realizamos el taller, nos dijo que debíamos terminar, que ella tenía que cerrar. Así que a las 22:00 en punto, de manera un poco precipitada, invitamos a los participantes a que empezaran a cenar mientras el equipo de voluntarios limpiaba y recogía el local. A las 22:30 todo había terminado. Pero la sensación del grupo en general estuvo bastante alejada de la de haber hecho un buen trabajo. Sin embargo y a pesar de los contratiempos, la mayoría de participantes lo pasaron bien y estuvieron muy participativos, cosa que agradecemos enormemente.

Gioia sentía la responsabilidad de la actividad sobre sí misma, pero lo cierto es que en este grupo si uno falla, fallamos todos, del mismo modo que si uno triunfa, triunfamos todos. Y es cierto que no todo sale siempre como lo planeamos, pero lo que sí es cierto es que si uno se esfuerza en algo, tanto si falla como si triunfa siempre aprende, siempre. Y estoy seguro que el próximo taller será un éxito.

Día libre el jueves porque el sábado teníamos programado un día de formación para un festival de arte y música llamado «Xarkis Festival». El viernes más horas de oficina y el sábado por la tarde asistimos mis compañeros y yo a la formación junto con otros voluntarios. Algunos juegos para conocer a los otros voluntarios y más tarde nos estuvieron explicando su manera de trabajar, como nos organizaríamos y que tareas llevaríamos a cabo, entre otras cosas. Sinceramente, es la primera vez que voy a trabajar como voluntario para un festival que, aunque dicen que no es muy grande, se espera una participación de alrededor de 3.000 o 4.000 personas, por lo que tengo curiosidad y ganas por ver y aprender un poco más sobre este tipo de eventos. Es posible que cuando termine el festival me arrepienta de lo que digo, o es posible que disfrute al máximo de la experiencia y quiera repetir. En unos días saldré de dudas.

Como el lunes fue día festivo en Chipre, Orthodox Whit Monday, el domingo me apunté a una excursión que habían programado mis compañeros y amigos voluntarios a las playas de Agia Napa. Y digo me apunté porque en principio tenía otros planes que finalmente no cuajaron. Así que el domingo temprano cogimos el autobús rumbo a la playa y permanecimos en ella hasta el lunes por la tarde. Sin sombrilla y con mucha crema solar pudimos soportar el potente sol que caía. Playas de agua transparente (aunque un poco sucia por las algas) y abarrotadas de gente. En la misma línea de playa se podían ver locales de fiesta, todo en uno. La noche la pasamos también en la playa. Con el bolsillo de un voluntario y la excepcional temperatura que tuvimos por la noche, fue el plan perfecto. Días de relax que sentaron muy bien al cuerpo para desconectar de la ciudad y del trabajo.

¡Hasta la semana que viene!

 

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