Hola a todos!
Esta última semana fue la última en la oficina, adelantando parte del trabajo que llevaremos a cabo a partir de Septiembre, como las clases de español, el taller de cocina vegetariana,… entre otras actividades. Lo único novedoso de la semana anterior fue el martes en la reunión con nuestra coordinadora Lefki para hablar sobre cómo transcurrió nuestra semana en Lofou. Cada uno de los voluntarios dio su particular punto de vista sobre la semana para finalmente hacer una valoración general del festival.
El miércoles por la noche quedé con Manu, mi amigo sevillano para tomar una cerveza y charlar un rato en un parque cerca de casa. Allí me estuvo comentando que durante el fin de semana había programada una salida a Akamas, uno de los parajes más bonitos y naturales que tiene la isla. Yo, que a veces me pongo en modo indeciso, me costó decir que sí a la propuesta de ir juntos de camping a esa zona, aunque finalmente acepté, y de muy buen gusto. Ya estabamos empezando a maquinar el plan del fin de semana.
El jueves, más trabajo de oficina y por la noche asistimos a uno de los eventos que organizaban nuestros amigos voluntarios de la asociación Politistiko Ergastiri. El evento en concreto trataba sobre Portugal. Lo organizó Benjamin, amigo y voluntario portugués de esta organización que se pegó un trabajazo realizando una exposición fotográfica sobre la cultura, lugares y personajes portugueses a lo largo de la historia. Posteriormente se proyectó una película portuguesa con tintes culturales y se sirvió comida típica de la tierra. Al terminar el evento, Manu, Ángeles y yo fuimos a mi casa a preparar unos CD´s de música para el viaje. En ese mismo momento, Ángeles que tampoco estaba muy convencida de venir con nostros, acabó por unirse al plan. Aquí se creó el grupo que Dimitris, mi responsable de oficina, bautizó como «The Spanish Mafia».
Al terminar la jornada de trabajo del viernes en la oficina, volví a casa a preparar mi equipaje. A las 17:00h estaría Manu esperándome en la puerta para cargar los bultos. Gafas de buceo (bueno, de natación), toalla, chanclas, tavli, linternas,… y por supuesto, la música. El viaje prometía. Poco después fuimos a recoger a las compañeras de viaje que faltaban, Emanuela y Ángeles. Emanuela nos acompañaría hasta Pafos, en mitad del trayecto, ya que llegaba su amiga Laura desde Italia al aeropuerto de dicha ciudad y habían planeado unos días de vacaciones a parte.
Pusimos rumbo a Blue Lagoon con la música a todo volumen. Entre el ruido del aire entrando por la ventanilla y que Manu está un poco «cascao de la oreja» creo que era la única alternativa. De todos modos, disfrutamos mucho del viaje hasta Pafos. Digo hasta Pafos porque, después de aparcar, acompañar a Manuela hasta el hostal y volver al coche, vimos que una de las luces traseras del coche se había quedado encendida. En ese momento me vino a la mente aquella vez en que nos quedamos sin batería un amigo y yo y tuvimos que empujar el coche como un kilómetro sin éxito. Empecé a contar la historia mientras entrábamos al coche, cuando ví que Manu no conseguía arrancar el coche. Imaginaos la situación: Ángeles meándose de risa por la situación, Manu con cara de circunstancia y a mí que me entraba la risa de ver a Ángeles pero que intentaba contenerme para solidarizarme con Manu. En ese momento llegó la frase mítica del viaje cuando pregunté a Manué: ¿es la primera vez que te pasa? Si no fuera por el contexto en el que la dije, cualquiera pensaría que mi amigo tuvo un gatillazo. El caso es que algo había que hacer, y eso hicimos. Empezamos a empujar el coche Ángeles y yo cuesta arriba mientras Manu intentaba arrancar el coche. No había manera. Decidimos poner en sentido contrario el coche para empujar cuesta abajo. En ese momento, pasaban dos jubilados que acababan de salir del hogar del jubilado de Pafos de jugar al tavli, y al ver que necesitábamos ayuda, muy amablemente se pusieron a empujar el coche con nosotros. Final y felizmente, arrancamos el coche, nos despedimos de los hombres tan majos que nos echaron una mano y fuimos al centro comercial a por provisiones.
Todavía nos quedaban 45 minutos hasta llegar a nuestro destino. Salimos del centro comercial y pasado ese tiempo, llegamos a los «Baños de Afrodita». Allí, esperamos a que un 4×4 nos recogiese para llegar hasta el campamento, ya que el último tramo del camino era imposible hacerlo con otro coche que no fuese un todoterreno. Pero antes de eso, llegaron al parking nuestras amigas Ilenia, Bárbara y Virginia, junto con dos chipriotas más. Dos 4×4 nos recogieron y nos llevaron hasta el campamento a través de un sendero abrupto no apto para cardiacos. Llegamos, montamos las tiendas y nos relajamos un rato en el agua, antes de irnos a descansar. El día había sido largo y el fin de semana no había hecho más que comenzar.
El sábado por la mañana, después de una noche de concierto por parte mía y de Manu y que le tocó sufrir a Ángeles y a la huésped chipriota, nos levantamos y caminamos durante 20 minutos hasta llegar a la famosa playa de agua cristalina y de un azul intenso lllamada «Blue Lagoon». Allí pasamos la mayor parte del día a remojo y disfrutando del lugar. Un poco antes del mediodía aparecieron por allí Emanuela y su amiga, lo que fue una grata sorpresa. Nos acompañaron hasta cerca de las 17:00h y después regresaron a Pafos. Nosotros, todavía en la playa, conocimos a unos chicos muy majos que nos invitaron por la noche a cenar «souvla» en su zona de camping, en una de las calas de la zona. Regresamos a nuestro camping a descansar un poco del sol que nos había estado pegando durante todo el día y nos relajamos un rato jugando al tavli, leyendo o simplemente charlando. Sobre todo de lo último por parte de nuestra compañera chipriota, aunque más que dialogar aquello fue algo más parecido a un monólogo. No había quien la parara. Alrededor de las 22:00, un todoterreno llegó a nuestro camping. Eran los chavales que conocimos en la playa. Venían a recogernos, así que cogimos algo de bebida que teníamos nosotros y nos fuimos Manu, Ángeles y yo con ellos. Al llegar al lugar, el resto de amigos estaban esperándonos, unos cocinando el souvla de pollo, cordero y ternera, otros simplemente bebiendo y charlando. Para los que no lo conozcan, el souvla es una comida tradicional chipriota que consiste en pinchar varias piezas de carne en un torno y hacerlas girar encima de brasas hasta que se cocine la carne. Este tipo de cosas son las que te introducen realmente en la cultura del lugar en el que estás. Después de una cena deliciosa, estuvimos un rato charlando y sobre las 2:00h volvimos a nuestra tienda.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano, bueno, unos más que otros, y nos dimos un baño en la cala en la que estábamos acampados. Después del baño, recogimos todas nuestras cosas y llamamos a una especie de taxi 4×4 para que nos recogiera. Los chicos que nos trajeron el viernes se fueron el sábado sin avisar y nos tocó echar mano de este servicio para llegar hasta nuestro coche. A mediodía nos recogieron y nos llevaron hasta nuestro coche. Aún nos quedaba un rato de tres horas hasta Nicosia, así que mejor volver con tiempo y sin prisas. En el camino de vuelta, paramos en Pafos e hicimos una especie de comida-merienda para recargar pilas y realizar el viaje en las mejores condiciones.
En la próxima entrada os contaré sobre mi primera semana de clases de griego en la Universidad de Chipre. Hasta la semana que viene.