Hola a todos!
Como se suele decir, después de la tormenta llega la calma. Y eso es lo que básicamente he estado haciendo durante las dos últimas semanas. Esta vez no tengo excusa. He dedicado mi tiempo a desconectar un poco del ajetreo de las últimas semanas y me relajé tanto que hasta se me olvidó escribir. Pero ya estoy de vuelta.
En realidad no hay mucho que contar de las últimas semanas. El trabajo en Caritas transcurre como siempre y en la oficina, aunque a un ritmo más liviano, también. Preparando las clases de español me doy cuenta que cada vez me gusta más hacer esto. Mis alumnos mantienen su asistencia y por lo que he oído, aprenden y disfrutan, dos aspectos que en mi opinión deberían ir cogidos de la mano siempre. Evidentemente, yo también aprendo con ellos, siempre, algo que valoro muchísimo.
Aparte de las clases, el jueves 3 realicé una entrevista a mi compañero Benjamin en nuestro programa de radio «Signs of the World» sobre su experiencia como voluntario durante tres meses en un orfanato en Camerún. Una experiencia muy interesante, sugerente e inspiradora como reto para el futuro, aunque nunca se sabe. Ese mismo día por la noche, tocaba despedir a Emanuela, grandísima amiga con la he pasado grandes momentos este verano y de la que no me podía olvidar en este post. Espero que nos podamos ver pronto.
En referencia al tiempo de descanso que comentaba antes, el viernes 28 de octubre fue fiesta nacional en Chipre y el lunes siguiente me lo tomé libre, así que pude disfrutar de unas minivacaciones, sin hacer nada en particular, pero minivacaciones. El motivo de fiesta nacional el 28 de octubre en Grecia y Chipre se debe al «no» (OXI) y su posterior contraataque que dio como respuesta el gobierno griego de Metaxas al gobierno italiano de Mussolini debido al ultimatum y posterior intento de invasión por parte del ejercito italiano en tierras helenas en 1940. Como anécdota.
Y después de una semana más corta de lo normal, llegó el viernes, y con él una excursión de última hora, acampada en Troodos. Un plan inesperado porque me lo propuso mi amigo Ehson a última hora del jueves. El viernes me moví para recoger los elementos que me faltaban para acampar (saco de dormir, esterilla,…) y el sábado rumbo a la montaña. Pero antes, el viernes por la noche, tuve tiempo de salir a tomar unas cervezas con mis amigos Pavlos, Chrysi y Andria.
El sábado, como estaba previsto, nos dirigimos a Prodromos, en uno de los puntos más altos de la isla. Llegamos, plantamos las tiendas y nos fuimos a buscar leña para la noche, tenía pinta de que iba a refrescar. Después de eso y antes de que anocheciera, había prevista una sesión de yoga en un hotel cerca del lugar, o al menos eso fue lo que entendí. Lo que no esperaba era que al llegar al lugar, el hotel estuviese abandonado. De igual modo, entramos y en la primera planta, en una sala enorme y esquelética (estaba completamente en los cimientos), realizamos la clase de yoga. Al terminar, una sensación de calma unida a la particularidad del lugar hicieron de la experiencia un momento único.
Volvimos al campamento y encendimos una hoguera. A las cinco y poco ya era de noche, así que la encedimos pronto y allí disfrutamos del calor del fuego comiendo, bebiendo, charlando y animando la noche con el djembe. A las doce y poco me fui a la tienda a dormir. Por suerte, Elli me prestó un saco fantástico y al final la noche no fue tan fría como se esperaba.
A la mañana siguiente, recogimos todo y nos dirigimos a otra parte de Troodos, concretamente a Madaris, donde realizamos una ruta senderista, corta, pero increíble. Un sendero que rodeaba el pico de la montaña y que ofrecía unas vistas increíbles de la isla. En algo más de una hora completamos el recorrido y al terminar, volvimos a Nicosia.
Esta última semana, siguiendo con el ritmo de trabajo, llegamos al fin de semana. El viernes, salida nocturna con los compañeros de piso y Alessandra, prima de Gioia a la parte norte de Nicosia. El sábado igual, pero esta vez más relajados ya que el domingo por la mañana nos esperaba «la ruta del vino». Este evento, organizado a través de nuestra organización por Benjamin y Bárbara, consistía en una visita al Museo del Vino en el pueblo de Erimi. Después de la visita y posterior cata de vinos que allí se ofrecen, cogimos el autobús hacia el pintoresco pueblo de Omodos. Tiempo libre para visitar la villa y comer algo. De vuelta al autobús todo el grupo, fuimos a una bodega en el pueblo de Platres, cerca de Omodos. Allí nos explicaron de manera resumida el proceso de producción y embotellamiento de los distintos vinos que tienen a la venta. A continuación, realizamos otra cata y posteriormente fuimos a visitar el pueblo. Alrededor de las cinco, tomamos rumbo de vuelta a Nicosia.
¡Nos vemos en la siguiente entrada!